El que me la hace, me las paga
Al concentrarnos en el alterable calidoscopio de las sensaciones táctiles, bajamos de nuestras conciencias y nos situamos en el aquí y ahora de la relación. Dar y percibir caricias, con ojos cerrados o bien abiertos, es un milagro capaz de expandir el éxtasis y la intimidad a alturas excelentes.